viernes, 10 de diciembre de 2010

Sobre la resurrección Y La inconstante ausencia del ahí

Entra Macario buscando algo que no sabemos que es.
Macario: ¿Dónde está?
Voz en off: ¡Por ahí!
Macario: ¿Por ahí dónde?
Voz en off: ¡Pues por ahí!
Macario: Es que no encuentro dónde es el ahí.
(Entra Mendo)
Mendo: Lo que pasa es que no buscas de verdad el ahí.
Macario: ¿Cómo sabes?
Mendo: ¿Alguna vez has dado con el ahí?
Macario: No.
Mendo: Ya ves.
Macario: Tal vez no doy porque alguien cambió el ahí de su lugar.
Mendo: Imposible, el ahí siempre está en el ahí.
Macario: ¿Estás seguro? ¿nunca has visto el ahí en otro lado?
Mendo: No, el ahí siempre está en el ahí…
Macario: ¿Seguro?
Mendo: Imposible estar seguro.
Macario: Ya ves, no estás seguro.
Mendo: Imposible estar seguro de no estar seguro.
Macario: Tú nunca estás seguro.
Mendo: ¿Estás seguro?
Macario: Seguro.
Mendo: ¿Seguro como un árbol de fresas ó de melón?
Macario: No estoy seguro.
Mendo: Ya ves, tú tampoco estás seguro
Macario: …
Mendo: ¿Sabes qué soñé antenoche?
Macario: No me interesa.
Mendo: Soñé que…
Macario: No me interesa.
Mendo: ¿Seguro?
Macario: No me interesa.
Mendo: ¿No te interesa estar seguro?
Macario: No me interesa lo que soñaste. Lo único que me interesa es encontrar dónde está.
Mendo: ¿Dónde está lo seguro?
Macario: ¡No!, dónde está lo que está en el ahí.
Mendo: Ahhhhhhhh… No lo vas a encontrar.
Macario: Tú sabes dónde está y no me quieres decir.
Mendo: ¿Sabes qué soñé antenoche?
Macario: No me interesa.
Mendo: ¿Seguro?
Macario: (Lo empuja a cada silaba) ¡SE-GU-RO!
Mendo: (Comienza a gritar mientras se agarra un pie) ¡Ay!
Macario: ¿Dónde?
Mendo: Ay, ay, ay.
Macario: ¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde?
Mendo: Ay, ay, ay.
Macario: ¿Dónde? ¿Dónde?, ¿Dónde?
Mendo: Ay, ay, ay.
Macario: Deja de saltar y dime dónde.
Mendo: (Apunta su suela) ¡Aquí, aquí, aquí!
Macario: ¿En tu suela?
Mendo: Sí, ay, ay.
(Macario lo jala del pie para poder ver la suela. Mendo cae al suelo.)
Macario: Ahí nada más hay una tachuela.
Mendo: Pues quítala de ahí.
Macario: Pensé que habías dado con el ahí, no que te habías clavado una tachuela. (Vuelve a su búsqueda.)
Mendo: Quítala, quítala, quítala.
Macario: No me interesa.
(Mendo se sienta en el suelo y se quita con gran dificultad la tachuela, le llama la atención, comienza a inspeccionarla, juega con ella de muchas formas, la huele, la prueba, la echa a la boca, se la traga sin querer y se empieza a ahogar, Macario lo voltea a ver por sus gestos exagerados, al percatarse de qué Macario lo está observando, le da pena y deja de atragantarse, saca la tachuela de la boca y la tira lejos.)
Macario: Deja de perder el tiempo y ayúdame a buscar.
Mendo: ¿Perder qué?
Macario: El tiempo.
Mendo: Pero si nunca lo he tenido, ¿Cómo lo voy a perder?
Macario: El tiempo no es algo que se tenga.
Mendo: Entonces tampoco es algo que se pierda.
Macario: Claro que se pierde. Mira, ahora mismo estamos perdiendo el tiempo.
Mendo: (Asustado.) Agárralo antes de que lo perdamos.
Macario: ¿Qué cosa?
Mendo: Pues el tiempo.
Macario: ¿Cuál tiempo?
Mendo: Pues el nuestro, el que estamos a punto de perder si no lo agarramos.
Macario: Tú estás perdiendo el tiempo y estás haciendo que yo lo pierda contigo.
Mendo: No, yo no estoy perdiendo el tiempo, porque yo nunca he tenido el tiempo, estamos perdiendo el tiempo que tú, querido compañero, me estás haciendo el favor de compartir.
Macario: Jamás te compartiría de mi tiempo.
Mendo: ¿Ah no?, pues quédate con tu tiempo. (Se voltea indignado.)
(Macario regresa a la búsqueda de lo que busca. Mientras tanto Mendo se va olvidando de su indignación, comienza a jugar, pasa de una cosa a la otra, hasta que finamente vuelve a hablar.)
Mendo: ¿Sabes qué soñé antenoche?
Macario: …
Mendo: ¿Sabes qué soñé antenoche?
Macario: …
Mendo: (Empujándolo como lo hizo anteriormente Macario) ¿SA-BES- QUÉ-SO-ÑÉ-AN-TE-NO-CHE?
Macario: No me interesa.
Mendo: Ahora que lo pienso, a ti nunca te interesa nada, ¿Por qué entonces te interesa tanto encontrar eso?
Macario: Porque es imprescindible encontrarlo.
Mendo: ¿De verdad?
Macario: Si, de verdad.
Mendo: ¿Y por qué es tan (Con dificultad para decirlo) imprescindible?
Macario: Porque ahí está la respuesta.
Mendo: Ah, la respuesta, no pues sí, tienes razón en querer encontrarlo o encontrarla, porque no sabemos si es lo o la… oyes, ¿la respuesta de qué?
Macario: La respuesta de por qué estamos aquí.
Mendo: ¿No sabes por qué estamos aquí?
Macario: No, no lo sé.
Mendo: ¿Apoco no lo sabes?
Macario: No, ya te dije que no lo sé.
Mendo: ¿Deberas no lo sabes?
Macario: No, y tú tampoco.
Mendo: ¿Cómo sabes?
Macario: ¿Lo sabes?
Mendo: Podría saberlo.
Macario: Si lo supieras ya me habrías dicho.
Mendo: Tal vez sí, tal vez no.
Macario: ¿Lo sabes?, ¿Sí o no?
Mendo: ¿Si yo lo supiera dejarías de buscar lo que estas buscando?
Macario: Sí.
Mendo: Ah, pues no, no lo sé.
Macario: ¡Ya vez, no lo sabes, y de nuevo me haces perder el tiempo!
Mendo: Hablando de no saber, ¿te acuerdas cuando éramos estrellas y brillábamos sin saber que ya habíamos muerto y que tan solo se trataba de nuestro brillo que viajaba y viajaba y viajaba y viajaba y viajaba y viajaba y viajaba y viajaba (Macario le da un coscorrón.)
Mendo: ¿Por qué me pegas?
Macario: Porque te quedaste trabado con el viajabas y viajabas y viajabas y viajabas (Mendo le devuelve el coscorrón.).
Macario: ¿Por qué me pegas?
Mendo: Porque ahora tú te quedaste pegado con el viaja, viaja, viaja… (Macario se prepara para darle un coscorrón.) eh que dijiste este ya se trabó. Pues no. ¿Pero, apoco no viajamos mucho?
Macario: No me acuerdo.
Mendo: Nunca te acuerdas de nada.
Macario: Porque no me gusta acordarme.
Mendo: Pero si brillábamos bien bonito, además nos tocó ver el nacimiento del niño ese.
Macario: De eso exactamente es de lo que no me quiero acordar.
Mendo: Pero si estaba bien bonito el niño, así envuelto en su mantita, y en su camita de paja.
Macario: Ese chamaco nomás llegó a dárselas de muy muy y mira dónde terminó.
Mendo: Tenía derechos, era hijo del papá.
Macario: Pues eso dice él, pero qué se me hace que era puro mitote. Y ya cállate que me estás haciendo perder el tiempo. (Vuelve a ponerse a buscar.)
Mendo: Yo no, tú solito, porque por estar buscando lo que estás buscando, pues dejas de ponerle atención a donde tienes el tiempo, y pues se te va a venir cayendo, y entonces si lo vas a perder. Y luego con los hoyotes que tiene tu pantalón… Pero yo no te voy a ayudar eh.
Macario: No me interesa.
Mendo: Porque si te ayudara, pues sería más fácil que lo hallaras.
Macario: No me interesa.
Mendo. Porque cuando buscan dos, es más rápido dar con lo perdido porque somos dos y no uno. ¿Sabes cómo?
Macario: …
Mendo: Pero pues como no te interesa no te voy ayudar, pero si tú me lo pidieras pues podría pensarlo, y tal vez te ayudaba, pero sólo tal vez, no vayas a creer que quiero que me pidas que te ayude a buscar lo que buscas, porque pues no quiero ayudarte a buscar lo que buscas, porque como no te interesa mi ayuda, pues a mi menos.
Macario: …
Mendo: ¿Deberas no quieres que te ayude?
Macario: …
Mendo: Tomaré tu silencio como un sí. ¿Qué buscamos?
Macario: El ahí.
Mendo: Ah sí, el ahí. ¿Y dónde está?
Macario: ¡No lo sé, por eso lo estoy buscando!, ¿crees que si supiera lo estaría buscando?
Mendo: Pudiera ser que lo supieras pero te olvidaste que lo sabías y entonces estás buscando lo que alguna vez supiste pero que perdiste.
Macario: ¡Tú eres el que me pierde!
Mendo: Yo no te he perdido, aquí estás. Yo nunca pierdo nada.
Macario: ¡Pues deberías perderte a ti mismo y dejarme en paz!
Mendo: Hablando de cosas perdidas, ¿sabes qué soñé antenoche?
Macario: No me interesa.
Mendo: Pero a mí me interesa que lo sepas.
Macario: Pero a mí no me interesa lo que te interesa, así que hazte para allá si no piensas ayudar.
(Mendo se va a una esquina y por un rato sólo contempla a Macario, hasta que se aburre y comienza a tararear, al principio muy bajito, pero se va emocionando con la tonada y cada vez va subiendo más el volumen y finalmente acaba creando toda una pieza musical con puros sonidos creados con su cuerpo y golpeando el piso, comienza a bailar, Macario no le hace caso al principio, pero conforme Mendo se va emocionando y haciendo más escándalo, Macario lo va notando más y más, finalmente se queda parado de pie viéndolo fijamente. Mendo, que nota esto, trata de involucrarlo en su juego, al principio lo rechaza pero poco a poco va cayendo en el juego y finalmente los dos acaban creando toda una coreografía musical. Acaban muertos de risa, se abrazan totalmente felices, se han divertido de lo lindo.)
Mendo: Que buenos tiempos esos en que éramos bailarines de tap.
Macario: Sí.
Mendo: A ti te decían Joe White Black, el pies de fuego, y a mí, Tony Laurens King, pasos de serpiente. Bailamos en muchas partes. Anduvimos por todo el país, ¿te acuerdas?, todo mundo nos quería ver bailar, éramos la sensación, las mujeres se derretían por ti. Claro tú eras más guapo que yo, pero de todos modos yo no me quedaba atrás, me acuerdo mucho de aquella mulata de labios carnosos y rojos como pansa de zancudo, me habría podido enamorar de ella si no hubiera sido por que te encaprichaste en ir en avión, sabías que yo quería ir en barco, pero tú dijiste no, nos vamos en avión porque me da catarro el océano. Y ya ves, ahí acabo la historia de Joe y Laurens, los más grandes bailarines de tap.
Macario: (Llorando) ¿Por qué siempre tienes que hacerme recordar? Sabes que odio recordar.
Mendo: Perdóname. Se me olvidó. Pero es que ya sabes que cuando recuerdo pues recuerdo, y entonces me pongo a recordar y pues ni como dejar de recordar si uno empieza a recordar, porque pues como uno es uno y uno no puede ser ninguno, y luego si uno no recuerda pues entonces sí uno es ninguno, porque si fuera uno pues recordaría. Y a mí me gusta ser uno. ¿Si me entiendes?
Macario: Sí, sí, sí, ándale mejor ayúdame a buscar y dejemos de estar recordando cosas del pasado, que lo que importa es enfocarse en el futuro.
Mendo: ¿Qué hay en el futuro?
Macario: Eso es lo que quiero saber precisamente.
Mendo: ¿Cómo?
Macario: Si encuentro lo que ando buscando podré saber por qué estamos aquí y lo que nos depara el futuro, ya te había dicho que ahí está la respuesta, pero como nunca me pones atención.
Mendo: Claro que te pongo atención. Tú estas buscando lo que está en el ahí.
Macario: Exacto, pero no puedo encontrar el ahí por más que lo busco. ¿Estás seguro que no recuerdas dónde está?
Mendo: Nop.
Macario: Trata de recordar.
Mendo: De acuerdo, pero lo haré nada más para que veas que no te tengo rencor por lo del avión. Porque realmente me hubiera podido enamorar de esa mulata. ¿Te acuerdas de ella?
Imposible que no recuerdes esos labios carnosos como panza de zancudo, y luego esas pier…
Macario: Mendo… (Lo mira seriamente.)
Mendo: Bueno pues, deja trato de recordar. Pero lo hago nada más porque sé que a ti no te gusta.
(Mendo se pone en pose de pensador, pasa de una a otra como si con cada pose que va adoptando fuera esforzándose más por recordar.)
Macario: ¿Cómo vas? ¿alguna pista?
Mendo: Calla que me desconcentras. (Sigue con el mismo juego.)
Macario: ¿Ya?
Mendo: Noooooo, espérate, no seas desesperado como la tortuga que se desespera por cruzar la calle y corre. (Sigue con el mismo juego.)
Mendo: ¡Ya me acordé de algo!
Macario: ¿De qué?
Mendo: De lo que soñé antenoche.
Macario: ¡No, no me interesa!
Mendo: ¿Qué tal que lo que soñé fue algo que tiene que ver con lo que tú estás buscando?
Macario: No creo en los sueños.
Mendo: Pues yo sí. Porque a veces los sueños me sacan de aquí.
Macario: Pero de que te sirve si luego despiertas y te encuentras donde mismo.
Mendo: Algo es mejor que nada.
Macario: Conformista. (Se pone a buscar.)
Mendo: Yo me hubiera conformado con la mulata.
Macario: Sabías que no iba a funcionar.
Mendo: Pero de todos modos lo hubiera intentando.
Macario: Porque te encanta perder el tiempo.
Mendo: Ya quedamos que no puedo perder el tiempo porque no lo tengo, así que no empieces con eso.
Macario: Estoy de acuerdo, no empecemos con lo mismo. Mejor ayúdame a buscar.
Mendo: Está bien. (Se pone a buscar). Oye, ¿pero apoco de verdad no te gusta acordarte de nada?
Macario: No, de nada.
Mendo: ¿Ni de cuando eras Caracol? te encantaba ser caracol, eras el más rápido de todos, ganaste las olimpiadas cinco veces seguidas, la última vez ganaste por una antena.
Macario: Ni de eso, siquiera.
Mendo: ¿O de cuando fuimos dragones?
Macario: Nunca fuimos dragones.
Mendo: Pero lo hubiéramos podido ser.
Macario: Pero no lo fuimos.
Mendo: ¿Te gustaría serlo alguna vez?
Macario: Podría ser.
Mendo: A mi gustaría ser un dragón barbudo, siempre me han parecido tan elegantes.
Macario: Siempre con tus sueños de aristócrata.
Mendo: Quiero saber qué sentiste cuando fuiste presidente de la República Saltarina de los Mangos Cítricos.
Macario: No te gustaría, eres muy inocente para un cargo tan cruel.
Mendo: Tú me podrías enseñar.
Macario: Jamás haría algo tan espantoso.
Mendo: Ciertamente fuiste muy espantoso en esa época, además me tratabas muy mal.
Macario: Es que tu bondad me daba mucha envidia.
Mendo: Pero era tu hermano.
Macario: Tenía que mostrarme cruel ante los demás para que me respetaran.
Mendo: Que bueno que acabamos siendo linchados.
Macario: Fueron muy despiadados, sobre todo contigo, quitarte pelo por pelo con un saca cejas hasta dejarte totalmente lampiño… Ves por qué no me gusta recordar.
Mendo: Yo hasta de eso me acuerdo muy bien.
Macario: Siempre has sido más fuerte que yo.
Mendo: Lo saqué de mi madre.
Macario: ¿De tu madre?
Mendo: Sí, lo tenía guardado en una cajita debajo de la bacinica. Lo saqué cuando ella se fue para las tierras silenciosas.
Macario: Yo no me acuerdo de la mía. Creo que nunca tuve una.
Mendo: Te convido de la mía si quieres.
Macario: Gracias Mendo, eres un muy buen amigo.
Mendo: ¿Sabes qué soñé antenoche?
Macario: No me interesa.
Mendo: Pero si soy un muy buen amigo, debe de interesarte.
Macario: Pues no me interesa.
Mendo: ¿Ni porque soy un muy buen amigo?
Macario: Ni por eso.
Mendo: Entonces sigue buscando solo.
(Mendo deja de buscar.)
Mendo: ¿Tenemos mucho aquí?
Macario: No lo sé. Aquí no se puede notar el paso del tiempo.
Mendo: Siento como si estuviéramos…
Macario: En un teatro vacío.
Mendo: Abandonado.
Macario: Con las butacas llenas de polvo.
Mendo: Los telones carcomidos.
Macario: Y un eterno silencio.
Mendo: Sin risas ni suspiros.
Macario: Sin aplausos que alimenten el escenario.
Mendo: Como una fotografía amarillenta.
Macario: Como un mosquito en el interior de un ámbar.
Ambos: Vivos y muertos a la vez.
Mendo: Tienes que encontrar el ahí.
Macario: Eso intento.
Mendo: ¿Te gustaría ser polvo?
Macario: No, es muy poco apreciado.
Mendo: A mí tampoco.
(Mendo se queda serio, luego de un rato comienza a seguir a Macario con la mirada, después lo comienza a seguir como si fuera su sombra, Macario siente que lo está imitando y trata de cacharlo pero no lo logra, después de varios intentos por fin lo cacha. Mendo se queda serio, fingiendo que no ha hecho nada malo, Macario regresa a su búsqueda, pero al darle la espalda a Mendo, éste salta y se le pega como chinche. Macario trata de quitárselo pero no puede, se irá desesperando cada vez más.)
Mendo: ¿Te acuerdas cuando éramos chinches?
Macario: No me interesa.
Mendo: Yo si me acuerdo.
Macario: No me interesa.
Mendo: Era un Bulldog.
Macario: No me interesa.
Mendo: ¿O un fox terrier?
Macario: No me interesa.
Mendo: En el fox terrier vivían tus papás, nosotros vivíamos en un salchicha.
Macario: No me interesa.
Mendo: Si, era un salchicha.
Macario: No me interesa.
Mendo: Aunque no estoy seguro.
Macario: No me interesa.
Mendo: Eras un obeso.
Macario: No me interesa.
Mendo: Eras…
Macario: No me interesa.
Mendo: Una…
Macario: No me interesa.
Mendo: Chinche…
Macario: No me interesa.
Mendo: Obesa.
Macario. (Explota) ¡NO ME INTERESA!
(Mendo sale volando. Macario queda llorando completamente derrumbado en el suelo. Mendo lo ve de lejos primero, luego se va acercando con mucha cautela, lo ve detenidamente.)
Mendo: ¿Por qué lloras?
Macario: Sabes que siempre lloro cuando recuerdo.
Mendo: Yo no.
Macario: Porque tú nunca fuiste obeso.
Mendo: Yo cuidaba mi dieta.
Macario: Siempre fuiste una chinche hermosa.
Mendo: Sí, siempre lo fui. Pero ya no tienes por qué llorar, ya no eres una chinche obesa.
Macario: ¿Seguro?
Mendo: No.
Macario: ¿Qué tal si aún lo soy?
Mendo: Cabe la posibilidad, pero no es seguro.
Macario: Estoy cansado.
Mendo: ¿Ya no quieres seguir buscando?
Macario: No estoy seguro. Tengo sueño.
Mendo: ¿Ya no quieres saber dónde está?
Macario: Sí, pero primero dormiré un poco.
Mendo: ¿Sabes qué soñé antenoche?
Macario: No, pero me gustaría saberlo.
Mendo: Entonces te lo contaré, pero después de que hayas dormido.
Macario: ¿Seguro?
Mendo: Seguro.
Telón.

martes, 23 de noviembre de 2010

Don emilio y Doña Vicky

Don Emilio y doña Vicky
¿Quién llegara primero a la puerta?, Doña Vicky o Don Emilio, Es una verdadera carnicería esta carrera. Los dos se aproximan a la máxima velocidad que les permite sus añejos cuerpos. No puede ser, se trata de un empate, con la repetición podemos ver como los dos tocan a la puerta al mismo tiempo.
Vicky: Buenas tardes caballero.
Emilio: Buenas tardes señora.
Vicky: ¿Busca a Raulito?
Emilio: No señora, vengo a visitar a mi hijo.
Vicky: Entonces, lamento decirle que en este departamento vive mi hijo.
Emilio: No lo creo señora, mire esta es la dirección.
Vicky: Tiene razón, esta es.
Emilio: Tal vez usted se equivoco señora.
Vicky: No lo creo, mire usted.
Emilio: Pues sí, esta es la dirección.
Vicky: Tendremos ver quien abre para salir de la duda.
Emilio: Tal vez no esté en casa.
Vicky: Estará dormido, siempre acostumbro dormir un rato por las tardes, lo saco de su padre.
Emilio: El mío no saco nada de mí.
Vicky: Que se le va hacer.
Emilio: Tengo cinco años que no lo veo.
Vicky: Yo diez.
La puerta se abre, un hombre los ve y ellos a él.

La espera

la espera
Perla da de comer a las palomas mientras su mirada divaga entre cada pasante que parece acercarse a ella. Lo busca pero no lo encuentra, tal vez ni siquiera lo conoce. No está segura de su aroma ¿huele mal? Por si acaso mejor se perfuma. No te desesperes, mejor sigue dando de comer a las palomas. Alguien está a su lado. Ella quisiera decirle algo, pero no sabe que, o tal vez sí, pero no se atreve, o simplemente no le sale la voz.
El ahora le extiende un sobre que ella revisa, lo que ve la hace llorar en silencio. Ahora ella le da un sobre a él, ¿Está todo? Sí, bueno, despídete. Se va. Perla vuelve a sus palomas, pero ahora más tranquila. Puede sonreír si quiere.

Prometeo y Julio Payaso

Prometeo y Julio Payaso
Prometeo: No me quiero mojar
Julio: No seas payaso
Prometeo: El payaso eres tú.
Julio: Yo quería uno de vaquero, pero mi mamá dijo que este iba con mi apellido.
Prometeo: Pues sí, oye, no, mira, está todo viejo, cruje bien feo, yo no voy a cruzar por aquí.
Julio: No pasa nada, mira, ya ves, si aguanta. A demás, no creo que quieras pasar nadando.
Prometeo: Pues no, pero.
Julio: Ándale, ya, vente. Tú vas primero.
Prometeo: Ha, y ¿Por qué yo?
Julio: Porque tú eres bien valiente.
Prometeo: ¿Yo?
Julio: No me contaste que Prometeo era un héroe y no sé qué.
Prometeo: Bueno, va. Pero despacito.
Julio: Órale pues.
Prometeo: No manches, cruje todo, y luego mira el río.
Julio: Apúrale que ya se soltó el agua.
Prometeo: Haaaa…
Julio: Agárrate bien guey.
Prometeo: Te dije que está madre estaba toda podrida.
Julio: Pues fíjate donde pisas.
Prometeo: Ayúdame.
Julio: Perate, esta madre se está moviendo re feo.
Prometeo: No manches me salpicaste todo.
Julio: Pues me marie bien cabrón. A ver dame la mano… a las tres corremos, ¿listo?
Prometeo: Va.
Prometeo y Julio: Uno… dos… Tres.
Prometeo: Haaaa… cayó bien cerquita.
Julio: ¡Mamá!
Prometeo: Ora, tú ¿Qué traes?
Julio: ¡Mamá!
Prometeo: No manches, fue solo un rayo.
Julio: ¡Mamá!
Prometeo: Ya, apúrale, que se me está cayendo toda la pintura.
Julio: No me dejes.
Prometeo: Pues apúrale.
Julio: Voy.
Prometeo: Cuidado con la…
Julio: ¡Mamá!
Prometeo: Tabla.
Julio: Ayúdame.
Prometeo: No manches, agárrate bien.
Julio: Me estoy resbalando.
Prometeo: No te muevas tanto.
Julio: ¡Mamá!
Prometeo: Dame la mano.
Julio: No puedo.
Prometeo: Que no te muevas.
Julio: ¿Entonces como te doy la mano?
Prometeo: Nomas estírala.
Julio: ¡Mamá!
Prometeo: Aguanta, voy por algo.
Julio: No me dejes.
Prometeo: Bueno pues, a ver, deja te jalo, no manches, estas bien pesado.
Julio: Jálale.
Prometeo: Pues ayúdame.
Julio: ¡Mamá!
Prometeo: Ya, no seas chillón… Ya está.
Julio: …
Prometeo: ¿Y ahora porque chillas?, ya te salve.
Julio: es que me van a pegar.

Margeli y Javier

Margeli y Javier

Margeli: ¿Las quieres o no?
Javier: Ho, pues claro que sí.
Margeli: Entonces, entras y me lo traes.
Javier: Pero está canijo.
Margeli: Vuelve hasta las seis, no te preocupes.
Javier: Pero púes es el séptimo piso, que no ha visto pa abajo, se ve re feo.
Margeli: Mi vida… ¿le tienes miedo a las alturas?
Javier: Nombre, ¿Cómo cree?
Margeli: ¿Entonces?
Javier: Pues es que… ando todo moquiento, y luego con el aigronazo que hace allá arriba.
Margeli: ¿Cuál aigronazo ni que nada, mira pinche malabarista de quinta, si quieres que te compre las pinches pelotitas, te metes por esa venta y me vale madre que sea el séptimo piso de este pinche edificio rascuache o el último piso de la chingada estatua de la libertad. Y si no lo haces, te agarro de las bolas y te lanzo de la azotea, para que se te quite el miedo a las alturas. ¿Cómo la ves?
Javier: No, pues sí. Nomas una cosita,
Margeli: ¿Qué?
Javier: La estatua de la libertad no tiene pisos.
Margeli: Me vale madres. Órale, comiénzale a treparte.
Javier: Pero nomas écheme aguas con el guacho de la esquina, porque ya me trae juido.
Margeli: sí, sí, yo te lo entretengo si aparece.
Javier: Oiga y ¿pa qué me dijo que quería el perfume ese del pelos de elote?
Margeli: ¿Cuál pelos de elotes? Emanuel, pendejo, se llama Emanuel.
Javier: Ese mero, pero, pues ¿pa que pues?
Margeli: eso no te importa. Y pobre de ti que abras la boca, sí se llega a enterar, mira que te arranco las manos con una lata de cerveza y hago que te las tragues con tenedor y cuchillo.
Javier: Nombre, no se preocupe, y, miré… ¡A la madre!... pa que chingados volteabas, pinche Javi, si íbamos re bien.
Margeli: Voltéate pa arriba animal.
Javier: Pues eso trato… voltéate javicito, voltéate despacito, tú puedes, no quieres acabar como pero en avenida…
Margeli: No te vayas a caer, que nos carga la…

El negocio

El negocio

Andante: ¿Cuánto pides por la capa?
Equis: Pues… ¿Cuánto será bueno?... unos cinco mil.
Andante: Híjole, traigo tres quinientos.
Equis: Lo que pasa es que me la dio mi apá cuando estaba muy chico, a demás está firmada… no se…
Andante: Pero cinco mil baros es mucho, aparte ni los traigo.
Equis: Si quieres te la guardo unos días, en lo que juntas la feria.
Andante: Híjole, pero es que…
Equis: Mira, la neta es que no la quisiera vender, pero pues necesito la feria. Neta que sí te espero unos días.
Andante: Pues si la quiero, es lo único que me falta para completar el atuendo del santo.
Equis: pues hay esta.
Andante: El pedo es que no se si pueda juntar el baro en estos días, ¿Qué tal si te doy este baro ahorita y luego te doy el resto?
Equis: ¿Pero cuándo?, yo necesito la feria lo más pronto posible.
Andante: Dame un mes.
Equis: No manches, un mes es un chingo.
Andante: Ándale, no seas ojeis, es para abrir el museo.
Equis: A chinga, ¿Cuál museo?
Andante: Es que estoy juntando objetos de lucha libre para abrir un museo y pues la capa se va a ver bien chida…
Equis: Dame cuatro quinientos.
Andante: Cuatro.
Equis: Vas, pero te la doy hasta que me pagues, y nomas porque es pal museo.
Andante: Ya estas.
Equis: ya estas.

lunes, 25 de octubre de 2010

EN LOS ZAPATOS DEL CLOWN


EN LOS ZAPATOS DEL CLOWN
Psique y cuerpo del clown
el clown no existe separado
del actor que lo interpreta.
Todos somos clowns.
Jacques Lecoq
El clown es un ser existente en la intimidad de cada persona, que vive ahí, en las sombras, todo el tiempo buscando cualquier posibilidad para salir… generalmente lográndolo cuando estamos solos o con alguien de mucha confianza(viéndonos en el espejo del baño, jugando, platicando solos, siendo tiernos con alguien, etc.…simplemente cuando nos sentimos no observados ni juzgados.) . Es increíblemente sincero, enamorado de la vida, se deja llevar por su asombro, cuando se interesa en algo va tras ello, cueste lo que le cueste, sin rendirse nunca hasta lograr su objetivo, o porque algo nuevo a hecho que olvide su actual labor (puede estar interesado en su lectura y en eso pasa una mariposa que hace que se olvide de su lectura para pasar a interesarse de lleno en la mariposa). Es una persona con una gran autoestima, segura de sí misma, persistente y torpe. Pero torpe porque en su quehacer es impulsivo, y esto lo lleva a la torpeza (caerse, golpearse, meterse en problemas, etc.), para un ejemplo podemos ver a Charlotte1. Cómo pasa de un problema a otro sin siquiera desearlo, el tan solo hace lo que quiere, sin fijarse a donde lo llevara esto.
El clown ha existido desde mucho tiempo atrás. Con distintos nombre y formas, de acuerdo a cada cultura. A este siempre se le ha identificado con un personaje del pueblo, queriendo decir con esto que generalmente se trata de una persona modesta. Pero nosotros refirámonos a los clowns más cercanos a nuestros días. Algunos de estos son: Cantinflas, El gordo y el flaco, Charles Chaplin, Buster keaton, Mrs. Bean, Roberto Benigni, entre otros. Sobre esto, Jesús Jara ase un estudio minucioso en su libro “El clown, un navegante de las emociones”, por si a alguien le interesa saber más a fondo sobre las distintas manifestaciones del clown, en las culturas.
¿Qué similitudes podemos encontrar entre estos personajes?
Que son personas no maliciosas, amigables, que siempre ven el lado bueno de la vida, gente de un nivel social bajo, continuamente viven en la desgracia, o son vagabundos, mil usos, desempleados, etc. Siempre ayudando a los demás. Claro cada uno con sus características propias. Tanto físicas como de comportamiento.
Lecoq, se refiere a las características del clown, como únicas de cada clown, encontradas en el propio actor. Lecoq dice: El clown no existe por separado del actor que lo interpreta.
Y luego nos cuenta cómo es que llegan a encontrar el caminado de los clowns:
Buscamos en el cuerpo las formas de andar ocultas. Observando la forma de andar natural de cada uno, descubrimos sus elementos característicos (un brazo que se balancea más que otro, un pie que se desvía hacia dentro, un vientre ligeramente prominente, una cabeza inclinada hacia un lado) que vamos exagerando progresivamente hasta alcanzar una trasposición personal. Nunca, en un clown, es resultado de una composición exterior, sino siempre del desarrollo extremado y meticuloso de una manera de andar personal.
Como podemos ver la búsqueda de un clown, es algo personal, siempre muy ligado a uno, permitiéndome afirmar que más que en cualquier búsqueda actoral, búsqueda que encamina al actor inevitablemente a un reconocimiento personal.
La película de “la vida es bella”2 nos muestra todas las características de un clown de manera muy clara. Una persona para nada ingenua, al contraria, muy viva e inteligente, siempre preocupándose por sus seres queridos, impulsiva y llena de sorpresas.
El clown no trata de hacer reír, sino que nos reflejamos en él o identificamos a alguien, su torpeza nos recuerda la nuestra y esto nos causa gracia. “Reímos de lo que hace, por lo que hace o deja de hacer, reímos por lo que imaginamos y, sobre todo, reímos porque o nos identificamos con él o identificamos algo o a alguien en su comportamiento.”3 Mientras que nosotros tratamos de no mostrar nuestra torpeza, a él le es esto imposible. “Fue entonces, al verlos en aquel estado de abatimiento, cuando todo el mundo se echo a reír, no del personaje, sino de la persona misma, puesta así al desnudo”4. La naturaleza del actor, su debate con su yo, queda inexistente cuando logra darle vida a su clown. Ya no es el actor pensante, que decide lo más conveniente, ya no hay tabús morales, ni deber ser. Ahora se es un ser libre, tal vez un poco anarquista, que siempre hace lo que quiere hacer, no lo duda ni un segundo, simplemente va. El clown no duda. Y esta forma de ser, es lo que lo meterá constantemente en problemas con una sociedad distinta a su naturaleza. Es un apestado de la sociedad. Pero que nos hace reír porque nos da ternura, nostalgia, en algunos compasión, queremos protegerlo como a un niño. Y el clown tiene mucho de niño, mas no es un niño. Se ha dicho que el clown es el reflejo de nuestra infancia. Y tienen razón, pues el clown es como el niño que le dice a su mama que al señor de enfrente le huele la cola, que tiene la mirada pura e inquisitiva de un niño, siempre aprendiendo, jugando, inocente. Sobre esto Jara dice:
Hay muchas características de los niños en el universo del clown, en su comportamiento, su forma de razonar, su manera de afrontar los problemas. En sus bromas, sus reacciones, sus cambios de humor, como por ejemplo pasar del llanto a la risa sin transición.
Sobre esto del cambio de humor, Lecoq, lo explica un poco más claramente:
El clown, hipersensible a los demás, reacciona entonces a todo lo que le llega, oscilando así entre una sonrisa simpática y una expresión triste.
Y ciertamente, cuando me pongo mi nariz roja, y dejo salir a mi clown (Se a autollamado Astrogel la mayor parte del tiempo), mi cuerpo se vuelve más sensible a todo lo que me rodea, mis sentidos están más despiertos. Visualizo claramente lo que pasa a mi alrededor, viendo cada detalle, sintiendo cada mirada.
Pero a diferencia del niño, el clown tiene toda una vida de experiencia que el niño no. Podemos decir que es un adulto que no ha dejado de ser niño.
Diremos que el clown, más que un personaje establecido, como lo sería Arlequín,5 es un hombre actor, que se ha permitido liberarse de tapujos, dejándose sorprender de sí mismo. “Cuanto menos se defienda, cuanto menos trate de interpretar un personaje, cuanto más se deje sorprender el actor por sus propias debilidades, con más fuerza aparecerá su clown.”6
Una parte muy importante del clown es la intuición. Un bebé aprende rápida mente como acomodar su cuerpo al caer de igual manera que lo hace un gato. Un gesto de supervivencia. De igual modo el clown necesita de esta herramienta pues en su cotidiano, como ya vimos, cae continuamente. Vive a la orilla del desastre, en un mundo caótico. Y si quiere sobrevivir a este, a de aprender a manejar su cuerpo de modo que nunca salga lastimando. Y es en esta parte donde el clown está más cerca al circo o al deporte que al teatro, pero de ningún modo separado de este. El cuerpo del clown debe ser como de liga, capaz de acomodarse a cualquier espacio, ser un acróbata, un domador de leones, un mago, un Indiana Jones, hasta un James Bond. Un acróbata de escena. Capas de equilibrar sus emociones y su cuerpo.
El actor que quiera poder conseguir su propio clown, deberá de trabajar arduamente en varias partes.
Técnica actoral
Improvisación
Control corporal
Lecoq propone que el actor que ha de enfrentarse a la búsqueda de su clown, lo haga al final del recorrió por su aprendizaje actoral, porque el clown requiere una intensa experiencia personal por parte del actor.
Técnica actoral
Para poder comprender la acción escénica y como se desarrolla esta es importantísimo estar en un constante proceso actoral, donde uno va descubriendo sus propios medios para llegar a sus metas, en su labor escénica. Y si bien el clown es más que un personaje, una parte de nuestro ser, no deja de funcionar como un personaje teatral. Por lo que el desempeño de este en escena debe de contar con toda una técnica actoral de gran calidad. Creyendo yo, que la técnica vivencial7 es la más asertiva para un trabajo que nace de la propia vida, de un ser que es parte de nosotros mismos desde siempre y para siempre.
Improvisación
Un clown es intuitivo, impulsivo y espontaneo, por lo que la improvisación se vuelve fundamental para el actor y el clown. No puedo imaginarme a un clown que planeé su día antes de salir de su casa. Obviamente sabe a dónde se dirige pero no sabe lo que le espera en el camino, y menos sabe donde terminara. “Un improvisador es como un hombre que camina de espalda, no sabe a dónde va pero sabe perfectamente de donde viene”8. Para un ejemplo ver “Tiempos modernos” de Charles Chaplin. Donde vemos a un Charlote que todos los días va a su trabajo, como un obrero más y cómo a este sus acciones lo van llevando de un trabajo a otro. En la película vemos a un Charlote que siempre sigue adelante sobre todas las desgracias que le pasan. Tanto así que en el final lo vemos caminando por una carretera, siguiendo adelante en su andar cotidiano, si saber lo que le espera. Siempre mirando al frente, nunca atrás.
Es por esto que el actor/clown, debe de tener una continua preparación en la línea de la improvisación, existiendo para esto la técnica que nos acerca Keith Johnston, creador de la improvisación como espectáculo teatral. Por medio de esta técnica el actor se prepara para poder resolver al instante su labor actoral, logrando poder crear historias que serán llevadas a cabo en el mismo instante de su creación. A través de esta técnica, el actor, se vuelve actor/director/ dramaturgo. Pues es en base a su toma de decisiones del momento que creara las historias. Este actor no tiene tiempo de titubear. Es preciso, seguro y firme en sus decisiones.
En mi labor personal como actor y clown, el conocimiento de la improvisación me ha ayudado de un gran modo, dándome seguridad, sabiendo que puedo salir de cualquier problema en escena, gracias al nivel de percepción que se requiere para crear un espectáculo en base a la improvisación. Y a la vez el clown me libera de pensar en esto no esto sí, porque esto funciona y esto no funciona. Simplemente hago y en transcurso todo se irá resolviendo.
Control corporal
Cualquier actor y en este caso cualquier clown, ha de tener un buen control corporal, primero que nada porque es lo que le dará una buena expresión física, refiriéndome con esto a un cuerpo interesante, colorido al público, con la facilidad de comunicar lo que desea con este. Y en segunda porque continuamente se encontrara con conflictos escénicos que pondrán en peligro su físico si no está preparado. Por esto es que el actor a de contar con un entrenamiento gimnástico, atlético, expresivo. Que le permita conocer y manejar su cuerpo de tal modo que este sea capaz de expresar lo que desea con claridad así como de adecuarlo a cualquier situación.
Para esto se puede ayudar con el estudio de danza, gimnasia, acrobacia, algún deporte, o cualquier disciplina donde el control del cuerpo sea fundamental.

El llevar a cabo un trabajo bajo la técnica clown, es un privilegio que se puede dar solamente un actor con disciplina, con amor por la técnica, repleto de conocimiento y ganas de existir de otra manera, el clown. Es un trabajo complicado, que requiere tiempo para lograr crear este nuevo ser, para que madure, para liberarlo de nosotros mismos, para crearle un cuerpo adecuado a él.
Necesitamos dejar de creer en el clown como un bufón, simplón, aquel personaje pintado que ameniza las fiestas con juegos. Darle su lugar en el mundo espectacular, tomarlo con seriedad, escuchar su discurso, ponerle atención a lo que nos comunica sobre nuestro mundo, a su visión. Puede darnos buenas pistas de cómo poder mejorarlo, y como mejorarnos nosotros mismos. Simplemente pongámonos en los zapatos del clown.

1.- Charlote: Personaje creado por Charles Chapling
2.- Pelicula Italiana, 1998, dirigida y actuada por Roberto Benigni
3.- El clown, un navegante de las emociones/Jesus Jara/ Moron de la frontera/ 20004
4.- El cuerpo poético/Jacques Lecoq/ Alba editorial/ 2003
5.- Personaje característico de la comedia del arte.
6.- El cuerpo poético/Jacques Lecoq/ Alba editorial/ 2003
7.- Técnica propuesta por el director y pedagogo ruso, Konstantin Stanislavsky
8- Keith Johnston/ Creador de la técnica de improvisación como medio de creación de espectáculos.