viernes, 10 de diciembre de 2010

Sobre la resurrección Y La inconstante ausencia del ahí

Entra Macario buscando algo que no sabemos que es.
Macario: ¿Dónde está?
Voz en off: ¡Por ahí!
Macario: ¿Por ahí dónde?
Voz en off: ¡Pues por ahí!
Macario: Es que no encuentro dónde es el ahí.
(Entra Mendo)
Mendo: Lo que pasa es que no buscas de verdad el ahí.
Macario: ¿Cómo sabes?
Mendo: ¿Alguna vez has dado con el ahí?
Macario: No.
Mendo: Ya ves.
Macario: Tal vez no doy porque alguien cambió el ahí de su lugar.
Mendo: Imposible, el ahí siempre está en el ahí.
Macario: ¿Estás seguro? ¿nunca has visto el ahí en otro lado?
Mendo: No, el ahí siempre está en el ahí…
Macario: ¿Seguro?
Mendo: Imposible estar seguro.
Macario: Ya ves, no estás seguro.
Mendo: Imposible estar seguro de no estar seguro.
Macario: Tú nunca estás seguro.
Mendo: ¿Estás seguro?
Macario: Seguro.
Mendo: ¿Seguro como un árbol de fresas ó de melón?
Macario: No estoy seguro.
Mendo: Ya ves, tú tampoco estás seguro
Macario: …
Mendo: ¿Sabes qué soñé antenoche?
Macario: No me interesa.
Mendo: Soñé que…
Macario: No me interesa.
Mendo: ¿Seguro?
Macario: No me interesa.
Mendo: ¿No te interesa estar seguro?
Macario: No me interesa lo que soñaste. Lo único que me interesa es encontrar dónde está.
Mendo: ¿Dónde está lo seguro?
Macario: ¡No!, dónde está lo que está en el ahí.
Mendo: Ahhhhhhhh… No lo vas a encontrar.
Macario: Tú sabes dónde está y no me quieres decir.
Mendo: ¿Sabes qué soñé antenoche?
Macario: No me interesa.
Mendo: ¿Seguro?
Macario: (Lo empuja a cada silaba) ¡SE-GU-RO!
Mendo: (Comienza a gritar mientras se agarra un pie) ¡Ay!
Macario: ¿Dónde?
Mendo: Ay, ay, ay.
Macario: ¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde?
Mendo: Ay, ay, ay.
Macario: ¿Dónde? ¿Dónde?, ¿Dónde?
Mendo: Ay, ay, ay.
Macario: Deja de saltar y dime dónde.
Mendo: (Apunta su suela) ¡Aquí, aquí, aquí!
Macario: ¿En tu suela?
Mendo: Sí, ay, ay.
(Macario lo jala del pie para poder ver la suela. Mendo cae al suelo.)
Macario: Ahí nada más hay una tachuela.
Mendo: Pues quítala de ahí.
Macario: Pensé que habías dado con el ahí, no que te habías clavado una tachuela. (Vuelve a su búsqueda.)
Mendo: Quítala, quítala, quítala.
Macario: No me interesa.
(Mendo se sienta en el suelo y se quita con gran dificultad la tachuela, le llama la atención, comienza a inspeccionarla, juega con ella de muchas formas, la huele, la prueba, la echa a la boca, se la traga sin querer y se empieza a ahogar, Macario lo voltea a ver por sus gestos exagerados, al percatarse de qué Macario lo está observando, le da pena y deja de atragantarse, saca la tachuela de la boca y la tira lejos.)
Macario: Deja de perder el tiempo y ayúdame a buscar.
Mendo: ¿Perder qué?
Macario: El tiempo.
Mendo: Pero si nunca lo he tenido, ¿Cómo lo voy a perder?
Macario: El tiempo no es algo que se tenga.
Mendo: Entonces tampoco es algo que se pierda.
Macario: Claro que se pierde. Mira, ahora mismo estamos perdiendo el tiempo.
Mendo: (Asustado.) Agárralo antes de que lo perdamos.
Macario: ¿Qué cosa?
Mendo: Pues el tiempo.
Macario: ¿Cuál tiempo?
Mendo: Pues el nuestro, el que estamos a punto de perder si no lo agarramos.
Macario: Tú estás perdiendo el tiempo y estás haciendo que yo lo pierda contigo.
Mendo: No, yo no estoy perdiendo el tiempo, porque yo nunca he tenido el tiempo, estamos perdiendo el tiempo que tú, querido compañero, me estás haciendo el favor de compartir.
Macario: Jamás te compartiría de mi tiempo.
Mendo: ¿Ah no?, pues quédate con tu tiempo. (Se voltea indignado.)
(Macario regresa a la búsqueda de lo que busca. Mientras tanto Mendo se va olvidando de su indignación, comienza a jugar, pasa de una cosa a la otra, hasta que finamente vuelve a hablar.)
Mendo: ¿Sabes qué soñé antenoche?
Macario: …
Mendo: ¿Sabes qué soñé antenoche?
Macario: …
Mendo: (Empujándolo como lo hizo anteriormente Macario) ¿SA-BES- QUÉ-SO-ÑÉ-AN-TE-NO-CHE?
Macario: No me interesa.
Mendo: Ahora que lo pienso, a ti nunca te interesa nada, ¿Por qué entonces te interesa tanto encontrar eso?
Macario: Porque es imprescindible encontrarlo.
Mendo: ¿De verdad?
Macario: Si, de verdad.
Mendo: ¿Y por qué es tan (Con dificultad para decirlo) imprescindible?
Macario: Porque ahí está la respuesta.
Mendo: Ah, la respuesta, no pues sí, tienes razón en querer encontrarlo o encontrarla, porque no sabemos si es lo o la… oyes, ¿la respuesta de qué?
Macario: La respuesta de por qué estamos aquí.
Mendo: ¿No sabes por qué estamos aquí?
Macario: No, no lo sé.
Mendo: ¿Apoco no lo sabes?
Macario: No, ya te dije que no lo sé.
Mendo: ¿Deberas no lo sabes?
Macario: No, y tú tampoco.
Mendo: ¿Cómo sabes?
Macario: ¿Lo sabes?
Mendo: Podría saberlo.
Macario: Si lo supieras ya me habrías dicho.
Mendo: Tal vez sí, tal vez no.
Macario: ¿Lo sabes?, ¿Sí o no?
Mendo: ¿Si yo lo supiera dejarías de buscar lo que estas buscando?
Macario: Sí.
Mendo: Ah, pues no, no lo sé.
Macario: ¡Ya vez, no lo sabes, y de nuevo me haces perder el tiempo!
Mendo: Hablando de no saber, ¿te acuerdas cuando éramos estrellas y brillábamos sin saber que ya habíamos muerto y que tan solo se trataba de nuestro brillo que viajaba y viajaba y viajaba y viajaba y viajaba y viajaba y viajaba y viajaba (Macario le da un coscorrón.)
Mendo: ¿Por qué me pegas?
Macario: Porque te quedaste trabado con el viajabas y viajabas y viajabas y viajabas (Mendo le devuelve el coscorrón.).
Macario: ¿Por qué me pegas?
Mendo: Porque ahora tú te quedaste pegado con el viaja, viaja, viaja… (Macario se prepara para darle un coscorrón.) eh que dijiste este ya se trabó. Pues no. ¿Pero, apoco no viajamos mucho?
Macario: No me acuerdo.
Mendo: Nunca te acuerdas de nada.
Macario: Porque no me gusta acordarme.
Mendo: Pero si brillábamos bien bonito, además nos tocó ver el nacimiento del niño ese.
Macario: De eso exactamente es de lo que no me quiero acordar.
Mendo: Pero si estaba bien bonito el niño, así envuelto en su mantita, y en su camita de paja.
Macario: Ese chamaco nomás llegó a dárselas de muy muy y mira dónde terminó.
Mendo: Tenía derechos, era hijo del papá.
Macario: Pues eso dice él, pero qué se me hace que era puro mitote. Y ya cállate que me estás haciendo perder el tiempo. (Vuelve a ponerse a buscar.)
Mendo: Yo no, tú solito, porque por estar buscando lo que estás buscando, pues dejas de ponerle atención a donde tienes el tiempo, y pues se te va a venir cayendo, y entonces si lo vas a perder. Y luego con los hoyotes que tiene tu pantalón… Pero yo no te voy a ayudar eh.
Macario: No me interesa.
Mendo: Porque si te ayudara, pues sería más fácil que lo hallaras.
Macario: No me interesa.
Mendo. Porque cuando buscan dos, es más rápido dar con lo perdido porque somos dos y no uno. ¿Sabes cómo?
Macario: …
Mendo: Pero pues como no te interesa no te voy ayudar, pero si tú me lo pidieras pues podría pensarlo, y tal vez te ayudaba, pero sólo tal vez, no vayas a creer que quiero que me pidas que te ayude a buscar lo que buscas, porque pues no quiero ayudarte a buscar lo que buscas, porque como no te interesa mi ayuda, pues a mi menos.
Macario: …
Mendo: ¿Deberas no quieres que te ayude?
Macario: …
Mendo: Tomaré tu silencio como un sí. ¿Qué buscamos?
Macario: El ahí.
Mendo: Ah sí, el ahí. ¿Y dónde está?
Macario: ¡No lo sé, por eso lo estoy buscando!, ¿crees que si supiera lo estaría buscando?
Mendo: Pudiera ser que lo supieras pero te olvidaste que lo sabías y entonces estás buscando lo que alguna vez supiste pero que perdiste.
Macario: ¡Tú eres el que me pierde!
Mendo: Yo no te he perdido, aquí estás. Yo nunca pierdo nada.
Macario: ¡Pues deberías perderte a ti mismo y dejarme en paz!
Mendo: Hablando de cosas perdidas, ¿sabes qué soñé antenoche?
Macario: No me interesa.
Mendo: Pero a mí me interesa que lo sepas.
Macario: Pero a mí no me interesa lo que te interesa, así que hazte para allá si no piensas ayudar.
(Mendo se va a una esquina y por un rato sólo contempla a Macario, hasta que se aburre y comienza a tararear, al principio muy bajito, pero se va emocionando con la tonada y cada vez va subiendo más el volumen y finalmente acaba creando toda una pieza musical con puros sonidos creados con su cuerpo y golpeando el piso, comienza a bailar, Macario no le hace caso al principio, pero conforme Mendo se va emocionando y haciendo más escándalo, Macario lo va notando más y más, finalmente se queda parado de pie viéndolo fijamente. Mendo, que nota esto, trata de involucrarlo en su juego, al principio lo rechaza pero poco a poco va cayendo en el juego y finalmente los dos acaban creando toda una coreografía musical. Acaban muertos de risa, se abrazan totalmente felices, se han divertido de lo lindo.)
Mendo: Que buenos tiempos esos en que éramos bailarines de tap.
Macario: Sí.
Mendo: A ti te decían Joe White Black, el pies de fuego, y a mí, Tony Laurens King, pasos de serpiente. Bailamos en muchas partes. Anduvimos por todo el país, ¿te acuerdas?, todo mundo nos quería ver bailar, éramos la sensación, las mujeres se derretían por ti. Claro tú eras más guapo que yo, pero de todos modos yo no me quedaba atrás, me acuerdo mucho de aquella mulata de labios carnosos y rojos como pansa de zancudo, me habría podido enamorar de ella si no hubiera sido por que te encaprichaste en ir en avión, sabías que yo quería ir en barco, pero tú dijiste no, nos vamos en avión porque me da catarro el océano. Y ya ves, ahí acabo la historia de Joe y Laurens, los más grandes bailarines de tap.
Macario: (Llorando) ¿Por qué siempre tienes que hacerme recordar? Sabes que odio recordar.
Mendo: Perdóname. Se me olvidó. Pero es que ya sabes que cuando recuerdo pues recuerdo, y entonces me pongo a recordar y pues ni como dejar de recordar si uno empieza a recordar, porque pues como uno es uno y uno no puede ser ninguno, y luego si uno no recuerda pues entonces sí uno es ninguno, porque si fuera uno pues recordaría. Y a mí me gusta ser uno. ¿Si me entiendes?
Macario: Sí, sí, sí, ándale mejor ayúdame a buscar y dejemos de estar recordando cosas del pasado, que lo que importa es enfocarse en el futuro.
Mendo: ¿Qué hay en el futuro?
Macario: Eso es lo que quiero saber precisamente.
Mendo: ¿Cómo?
Macario: Si encuentro lo que ando buscando podré saber por qué estamos aquí y lo que nos depara el futuro, ya te había dicho que ahí está la respuesta, pero como nunca me pones atención.
Mendo: Claro que te pongo atención. Tú estas buscando lo que está en el ahí.
Macario: Exacto, pero no puedo encontrar el ahí por más que lo busco. ¿Estás seguro que no recuerdas dónde está?
Mendo: Nop.
Macario: Trata de recordar.
Mendo: De acuerdo, pero lo haré nada más para que veas que no te tengo rencor por lo del avión. Porque realmente me hubiera podido enamorar de esa mulata. ¿Te acuerdas de ella?
Imposible que no recuerdes esos labios carnosos como panza de zancudo, y luego esas pier…
Macario: Mendo… (Lo mira seriamente.)
Mendo: Bueno pues, deja trato de recordar. Pero lo hago nada más porque sé que a ti no te gusta.
(Mendo se pone en pose de pensador, pasa de una a otra como si con cada pose que va adoptando fuera esforzándose más por recordar.)
Macario: ¿Cómo vas? ¿alguna pista?
Mendo: Calla que me desconcentras. (Sigue con el mismo juego.)
Macario: ¿Ya?
Mendo: Noooooo, espérate, no seas desesperado como la tortuga que se desespera por cruzar la calle y corre. (Sigue con el mismo juego.)
Mendo: ¡Ya me acordé de algo!
Macario: ¿De qué?
Mendo: De lo que soñé antenoche.
Macario: ¡No, no me interesa!
Mendo: ¿Qué tal que lo que soñé fue algo que tiene que ver con lo que tú estás buscando?
Macario: No creo en los sueños.
Mendo: Pues yo sí. Porque a veces los sueños me sacan de aquí.
Macario: Pero de que te sirve si luego despiertas y te encuentras donde mismo.
Mendo: Algo es mejor que nada.
Macario: Conformista. (Se pone a buscar.)
Mendo: Yo me hubiera conformado con la mulata.
Macario: Sabías que no iba a funcionar.
Mendo: Pero de todos modos lo hubiera intentando.
Macario: Porque te encanta perder el tiempo.
Mendo: Ya quedamos que no puedo perder el tiempo porque no lo tengo, así que no empieces con eso.
Macario: Estoy de acuerdo, no empecemos con lo mismo. Mejor ayúdame a buscar.
Mendo: Está bien. (Se pone a buscar). Oye, ¿pero apoco de verdad no te gusta acordarte de nada?
Macario: No, de nada.
Mendo: ¿Ni de cuando eras Caracol? te encantaba ser caracol, eras el más rápido de todos, ganaste las olimpiadas cinco veces seguidas, la última vez ganaste por una antena.
Macario: Ni de eso, siquiera.
Mendo: ¿O de cuando fuimos dragones?
Macario: Nunca fuimos dragones.
Mendo: Pero lo hubiéramos podido ser.
Macario: Pero no lo fuimos.
Mendo: ¿Te gustaría serlo alguna vez?
Macario: Podría ser.
Mendo: A mi gustaría ser un dragón barbudo, siempre me han parecido tan elegantes.
Macario: Siempre con tus sueños de aristócrata.
Mendo: Quiero saber qué sentiste cuando fuiste presidente de la República Saltarina de los Mangos Cítricos.
Macario: No te gustaría, eres muy inocente para un cargo tan cruel.
Mendo: Tú me podrías enseñar.
Macario: Jamás haría algo tan espantoso.
Mendo: Ciertamente fuiste muy espantoso en esa época, además me tratabas muy mal.
Macario: Es que tu bondad me daba mucha envidia.
Mendo: Pero era tu hermano.
Macario: Tenía que mostrarme cruel ante los demás para que me respetaran.
Mendo: Que bueno que acabamos siendo linchados.
Macario: Fueron muy despiadados, sobre todo contigo, quitarte pelo por pelo con un saca cejas hasta dejarte totalmente lampiño… Ves por qué no me gusta recordar.
Mendo: Yo hasta de eso me acuerdo muy bien.
Macario: Siempre has sido más fuerte que yo.
Mendo: Lo saqué de mi madre.
Macario: ¿De tu madre?
Mendo: Sí, lo tenía guardado en una cajita debajo de la bacinica. Lo saqué cuando ella se fue para las tierras silenciosas.
Macario: Yo no me acuerdo de la mía. Creo que nunca tuve una.
Mendo: Te convido de la mía si quieres.
Macario: Gracias Mendo, eres un muy buen amigo.
Mendo: ¿Sabes qué soñé antenoche?
Macario: No me interesa.
Mendo: Pero si soy un muy buen amigo, debe de interesarte.
Macario: Pues no me interesa.
Mendo: ¿Ni porque soy un muy buen amigo?
Macario: Ni por eso.
Mendo: Entonces sigue buscando solo.
(Mendo deja de buscar.)
Mendo: ¿Tenemos mucho aquí?
Macario: No lo sé. Aquí no se puede notar el paso del tiempo.
Mendo: Siento como si estuviéramos…
Macario: En un teatro vacío.
Mendo: Abandonado.
Macario: Con las butacas llenas de polvo.
Mendo: Los telones carcomidos.
Macario: Y un eterno silencio.
Mendo: Sin risas ni suspiros.
Macario: Sin aplausos que alimenten el escenario.
Mendo: Como una fotografía amarillenta.
Macario: Como un mosquito en el interior de un ámbar.
Ambos: Vivos y muertos a la vez.
Mendo: Tienes que encontrar el ahí.
Macario: Eso intento.
Mendo: ¿Te gustaría ser polvo?
Macario: No, es muy poco apreciado.
Mendo: A mí tampoco.
(Mendo se queda serio, luego de un rato comienza a seguir a Macario con la mirada, después lo comienza a seguir como si fuera su sombra, Macario siente que lo está imitando y trata de cacharlo pero no lo logra, después de varios intentos por fin lo cacha. Mendo se queda serio, fingiendo que no ha hecho nada malo, Macario regresa a su búsqueda, pero al darle la espalda a Mendo, éste salta y se le pega como chinche. Macario trata de quitárselo pero no puede, se irá desesperando cada vez más.)
Mendo: ¿Te acuerdas cuando éramos chinches?
Macario: No me interesa.
Mendo: Yo si me acuerdo.
Macario: No me interesa.
Mendo: Era un Bulldog.
Macario: No me interesa.
Mendo: ¿O un fox terrier?
Macario: No me interesa.
Mendo: En el fox terrier vivían tus papás, nosotros vivíamos en un salchicha.
Macario: No me interesa.
Mendo: Si, era un salchicha.
Macario: No me interesa.
Mendo: Aunque no estoy seguro.
Macario: No me interesa.
Mendo: Eras un obeso.
Macario: No me interesa.
Mendo: Eras…
Macario: No me interesa.
Mendo: Una…
Macario: No me interesa.
Mendo: Chinche…
Macario: No me interesa.
Mendo: Obesa.
Macario. (Explota) ¡NO ME INTERESA!
(Mendo sale volando. Macario queda llorando completamente derrumbado en el suelo. Mendo lo ve de lejos primero, luego se va acercando con mucha cautela, lo ve detenidamente.)
Mendo: ¿Por qué lloras?
Macario: Sabes que siempre lloro cuando recuerdo.
Mendo: Yo no.
Macario: Porque tú nunca fuiste obeso.
Mendo: Yo cuidaba mi dieta.
Macario: Siempre fuiste una chinche hermosa.
Mendo: Sí, siempre lo fui. Pero ya no tienes por qué llorar, ya no eres una chinche obesa.
Macario: ¿Seguro?
Mendo: No.
Macario: ¿Qué tal si aún lo soy?
Mendo: Cabe la posibilidad, pero no es seguro.
Macario: Estoy cansado.
Mendo: ¿Ya no quieres seguir buscando?
Macario: No estoy seguro. Tengo sueño.
Mendo: ¿Ya no quieres saber dónde está?
Macario: Sí, pero primero dormiré un poco.
Mendo: ¿Sabes qué soñé antenoche?
Macario: No, pero me gustaría saberlo.
Mendo: Entonces te lo contaré, pero después de que hayas dormido.
Macario: ¿Seguro?
Mendo: Seguro.
Telón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario